No nos descuidemos

Perseverar es la contraseña

de Santísima Virgen.org.ar

A veces el Señor nos regala días soleados en que estamos consolados por Él y nos parece todo fácil. Suele ser en esos días y momentos en que hacemos promesas y votos, creyendo que siempre estaremos así. Luego vienen los días grises y nublados, en que estamos abatidos y desconsolados, y entonces se nos hace difícil cumplir con lo que hemos prometido, y perseverar en el bien.

Entonces estemos atentos y no nos envalentonemos tanto cuando estamos bien, ni nos acobardemos demás cuando estemos mal. En todo el justo medio es la virtud, y así, sepámoslo para otras ocasiones, cuando estemos consolados y felices, seamos prudentes en lo que hacemos, prometemos y decimos, sopesando que el día de mañana, e incluso el momento siguiente, puede ser de oscuridad y descorazonamiento.

Esto lo dice el Señor con un ejemplo en su Evangelio, cuando la persona no se sienta a calcular si podrá terminar la construcción que piensa comenzar a edificar. O también de aquél rey que debe pensar primero si podrá hacer frente a quien viene en su contra con mayor número de fuerzas.

También nosotros, seamos prudentes, para pensar antes de actuar y de elegir, porque ello será en beneficio de nuestra posterior perseverancia, sopesando todas las contrariedades que podrán sobrevenir en el camino.

No tengamos miedo porque la ayuda de Dios nunca nos faltará. Pero es imprudencia no medir nuestra fuerzas y lanzarnos a la aventura sin haber preparado bien un plan.

Quinto domingo de cuaresma

Este 29 de marzo la Iglesia celebra el quinto domingo de Cuaresma. El Evangelio del día corresponde a la lectura de Juan 11:1-45.

A continuación puede leer el Evangelio y la homilía del Obispo de Santa María de los Ángeles (Chile), Mons. Felipe Bacarreza Rodríguez:

Evangelio del día Juan 11:1-45:

1 Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta.

2 María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.

3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.»

4 Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.

6 Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.

7 Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.»

8 Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?»

9 Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;

10 pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.»

11 Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.»

12 Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.»

13 Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño.

14 Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto,

15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él.»

16 Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.»

17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,

19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.

20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.

21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»

24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»

25 Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;

26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»

27 Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»

28 Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.»

29 Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rapidamente, y se fue donde él.

30 Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado.

31 Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.

32 Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.»

33 Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó

34 y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.»

35 Jesús se echó a llorar.

36 Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.»

37 Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?»

38 Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra.

39 Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.»

40 Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»

41 Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.

42 Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.»

43 Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!»

44 Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.»

45 Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.

Puede revisar las otras lecturas litúrgicas del día AQUÍ

Homilía de Mons. Bacarreza:

La resurrección de Lázaro es otro de los grandes signos obrados por Jesús; es el séptimo y último de los que relata el IV Evangelio. Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los fariseos de que Jesús había obrado el milagro admirable de devolver a la vida a un muerto que yacía cuatro días en el sepulcro, convocaron consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él» (Jn 11,47-48). El Evangelio agrega: «Desde ese día decidieron darle muerte» (Jn 11,53). ¡Pobres mortales, deciden dar muerte al Autor de la vida! Más ciegos no se puede estar.

aci prensa

No hemos escuchado el grito de nuestro planeta enfermo

Al igual que los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”. Con estas palabras, el Papa Francisco ha iniciado su reflexión centrándose en el Evangelio según San Marcos, capitulo 5, versículo 35, tras la escucha de la Palabra desde el atrio de la Basílica de San Pedro en el momento extraordinario de oración convocado por él mismo el pasado domingo ante la emergencia sanitaria por coronavirus. El Papa además ha expresado que “nos encontramos asustados y perdidos” pero en esta barca – recuerda – “estamos todos”, de hecho, continúa, “al igual que esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos”, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos”.

Jesús calma la tempestad
Reflexionando sobre el Evangelio de San Marcos, el Papa habla de la “tempestad”: “La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, proyectos, rutinas y prioridades”. Para Francisco, la tempestad también nos muestra “cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad” y pone al descubierto “todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad”. Pero esta tempestad también nos quita el “maquillaje” de los estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar y deje al descubierto “esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos”.

No hemos escuchado el grito de nuestro planeta enfermo
El Pontífice también ha elevado una súplica en estos momentos de prueba: “mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor””. El Papa asegura que hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo y codiciosos de ganancias – dice – “nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa”. Es en este momento en el que el Papa, dirigiéndose al Señor, asegura que “no nos hemos detenido ante sus llamadas”, tampoco “nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo” ni “hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo”. De hecho, dice, “hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.

En esta Cuaresma resuena la llamada urgente: “Convertíos”
“Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti” dice Francisco. En esta Cuaresma resuena la llamada urgente: “Convertíos” en la que se nos llama a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. “No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio – asegura el Papa – el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”. También es el tiempo “de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”, puntualiza.

Sigamos el ejemplo de las personas ejemplares, corrientemente olvidadas
El Papa también nos pide que dirijamos nuestra mirada a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, “ante el miedo – dice – han reaccionado dando la propia vida”. El Papa se refiere a la generosa entrega de personas comunes “corrientemente olvidadas” que no aparecen “en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show” pero, sin lugar a dudas, “están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo”.

 La oración y el servicio silencioso son nuestra armas salvadoras.

El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. “Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida” nos pide el Papa y “entreguémosle nuestros temores, para que los venza”. Francisco asegura que si hacemos esto, experimentaremos, al igual que los discípulos, que con Él a bordo, no se naufraga”. En este sentido, el Papa nos hace un ejemplo gráfico: “Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor”.

Al final de su reflexión, el Papa ha pedido al Señor que bendiga “al mundo”, de salud “a los cuerpos” y consuele “los corazones”. “Nos pides que no sintamos temor, pero nuestra fe es débil y tenemos miedo” ha concluido.

Fuente: Vatican News

Es tiempo de elegir

(zenit – 27 marzo 2020).- “Abrazar al Señor para abrazar la esperanza”: Esta es la invitación que nos hace el Papa Francisco para combatir el miedo en esta crisis causada por la pandemia del coronavirus. “Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza”.

En una tarde lluviosa, con la tenue luz del atardecer en Roma, el Papa Francisco ha llegado a las 18 horas, acompañado únicamente por Mons. Guido Marini, Maestro de Ceremonias Litúrgicas Pontificales, para presidir la oración extraordinaria por el fin de la pandemia del coronavirus que ha contagiado ya a más de 536.280 personas en todo el mundo.

“No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio”, ha señalado el Papa, invocando al Padre. “El tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia Ti, Señor, y hacia los demás”.

¿Por qué tenéis miedo?”

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?” ha citado el Papa de la Biblia haciendo suyas las palabras en un momento sin precedentes. “Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar”.

“La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluasseguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades”, ha advertido Francisco, “nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad”.

El Papa exhorta a todo el mundo, teniendo en cuenta que el virus ha afectado a 188 países a abrazar la Cruz de Cristo, en la que “hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar”.

Adoración al Santísimo

Al concluir sus palabras, el Sucesor de Pedro se ha dirigido a pie, acompañado de Mons. Marini, hacia la entrada central de la Basílica Vaticana, donde se hallaban las imágenes de la Virgen Salus Populi Romani(Salvación del Pueblo Romano), normalmente ubicada en la Basílica de Santa María Mayor, y el Crucifijo milagroso, de la iglesia San Marcello al Corso, muy venerado en Roma tras la liberación de la “Gran Plaga” de 1552.

Después, el Santo Padre ha entrado en el corredor que hay a la entrada de la Basílica, donde ha tenido lugar la Exposición y Adoración al Santísimo, para finalmente bendecir Urbi et Orbi, con la posibilidad de recibir la Indulgencia plenaria, al mundo entero con la custodia del Santísimo Sacramento.

Señor, bendice al mundo”

“Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios”, ha pronunciado el Papa al final de su reflexión. “Señor, bendice al mundo,da salud a los cuerpos y consuela los corazones”.

Normalmente la bendición Urbi et Orbi, sobre la ciudad de Roma y sobre el mundo, se reserva para Navidad y Pascua, y para la elección de un nuevo Papa. Para recibir la indulgencia plenaria, presupone, entre otras cosas, la comunión eucarística y la confesión, la mayoría de las cuales actualmente sólo son posibles de manera “espiritual”.

A continuación, sigue la meditación completa, pronunciada por el Papa este viernes, 27 de marzo de 2020, en la plaza de San Pedro.

Meditación del Papa Francisco

“Al atardecer” (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador queparaliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada yfuriosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y conangustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos.

Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús. Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él permanecía en popa, en la parte de la barca queprimero se hunde. Y, ¿qué hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—. Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?” (v. 40).

Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” (v. 38). No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón.También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados.

La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluasseguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestravida y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.

Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por laprisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemoscontinuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, “volved a mí de todo corazón” (Jl 2,12). Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás.

Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas ysostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo.

Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: “Que todos sean uno” (Jn 17,21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras.

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación.No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros lasestrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza.Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere.

El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio delaislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado. El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza.

Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitirnuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza.

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios. Señor, bendice almundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fees débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: “No tengáis miedo” (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).

© Librería Editorial Vaticano

En directo sigue la oración y bendición del Papa Francisco

Sigue en directo la oración y la bendición del Papa Francisco «Urbi et Orbi» por la emergencia del coronavirus a través de Vatican News. Recuerda que quienes se unan espiritualmente a este momento a través de los medios de comunicación recibirán la indulgencia plenaria según lo establecido en el reciente Decreto de la Penitenciaría Apostólica

Ciudad del Vaticano

Hay una gran expectativa mundial por la cita de oración universal que propuso el Papa personalmente durante el Ángelus del pasado domingo y que reiteró ayer en la audiencia general.

El primer llamamiento a todos los cristianos se hizo realidad el miércoles 25 de marzo, en la invocación al Dios Todopoderoso a través de las palabras del Padre Nuestro simultáneamente con los Jefes de las Iglesias y los líderes de todas las comunidades cristianas. Una oración conmovedora hacia el cielo.

Mañana, viernes 27 de marzo, la segunda cita tan esperada. A las 18.00 horas (hora central europea) los católicos de todo el mundo están invitados a unirse espiritualmente, a través de los medios de comunicación, al Papa, quien presidirá un momento de oración desde el cementerio de la Basílica de San Pedro, con la plaza vacía, como él mismo anunció:

“Escucharemos la Palabra de Dios, elevaremos nuestra súplica, adoraremos el Santísimo Sacramento, con el que al final daré la Bendición Urbi et Orbi, a la que se unirá la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria.”

A partir de las 18.00 horas, el momento de oración será transmitido en vivo en todo el mundo por Vatican Media y se podrá seguir en varios idiomas en  VaticanNews.

Sacerdotes de villas en Buenos Aires ofrecen parroquias para aislamiento

Las misas están suspendidas y se ofician a distancia, por Facebook o incluso por YouTtube. Pero las parroquias, especialmente en las villas y los barrios populares, están abierta todos los días . Varias de ellas, como las de las villas La Cárcova, de José León Suárez, y 21-24, de Barracas, pusieron sus espacios a disposición de la cruzada contra la pandemia y habilitaron lugares para que los vecinos que no pueden cumplir el aislamiento en sus casas, por problemas de hacinamiento, lo hagan en las parroquias.

«Creció fuerte la demanda de alimentos. Mucha gente no puede hacer changas y acude a la parroquia para pedir comida y plantear otras necesidades que van surgiendo», comentó uno de los curas de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé , en la villa de Barracas, que multiplicó la atención de los comedores comunitarios.

Alberto Fernández y sacerdotes de villas humildes de Buenos Aires

Varios curas de villas de emergencia y barrios populares de la Capital y del conurbano tuvieron hoy una reunión con el presidente Alberto Fernández , en Olivos. «Compartimos las miradas sobre cómo impacta el coronavirus en nuestros barrios y cómo tener en cuenta las particularidades de las villas y los barrios populares en la cuarentena. Ofrecimos nuestras capillas y espacios para que la gente pueda hacer el aislamiento», explicó uno de los sacerdotes presentes en el encuentro. Esos sitios no están pensados para los que tengan síntomas del Covid-19, pero sí para quienes presentan cuadros menores y evitar que colapse el sistema de salud.

El Presidente recibió a los curas junto a Máximo Kirchner, Gustavo Beliz y Andrés Larroque . Concurrieron el obispo Gustavo Carrara , vicario episcopal para las Villas de Emergencia, y los padres José María Di Paola Lorenzo de Vedia, Juan Isasmendi, Eduardo Drabble, Niciolás Angellotti y Carlos Olivero . Previamente, los sacerdotes se reunieron con el ministro de Obras Pùblicas, Gabriel Katopodis , para analizar cuestiones vinculadas con la infraestructura necesaria para enfrentar la pandemia en los barrios vulnerbles.

Hospital de campaña

En tiempos de «crisis sociosanitaria», el padre Angellotti, a quien todos llaman Tano en la parroquia San José, de los barrios Puerta de Hierro, San Petersburgo y 17 de Marzo, de La Matanza, destinó el complejo Tierra-Techo-Trabajo, en el que los vecinos realizaban actividades deportivas, para levantar un centro de salud de campaña. La idea es armar «carpones de salud», al estilo de las carpas levantadas por el Ejéercito en el Hospital Militar Reubicable de Campo de Mayo, para facilitar la prevención y promover el aislamiento comunitario.

Además, un equipo de médicos recorre los hogares de abuelos y centros comunitarios de recuperación de adicciones. «En estos momentos tenemos más de 350 personas en los centros, para chequear los síntomas, los hábitos de prevención y las normas comunitarias que fuimos poniendo en nuestros hábitos comunitarios para cuidarnos», explicó el padre Tano, en referencia a los Hogares de Cristo abiertos en su parroquia, en sintonía con los centros para recuperación de adictos instituidos en las villas porteñas cuando el cardenal Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires.

Ante la epidemia del coronavirus, el padre Pepe Di Paola cerró el primer piso de su parroquia, en la Villa La Cárcova, y lo habilitó para los adultos mayores, una población en riesgo. «Pusimos 14 camas e invitamos a los abuelos de la villa para que puedan pasar su cuarentena ahí, aislados», confió el sacerdote.

También alquiló

«Hay que tener lugares de aislamiento cercanos. Hay abuelos y familias a los que se les dificulta hacer la cuarentena en su casa», explicó el padre Toto de Vedia , quien busca aprovechar los espacios de su parroquia para los más necesitados.

A la acción de los curas villeros se suma la actividad de Cáritas , que en todo el país mantiene la ayuda social y alimentaria, buscando nuevos modos para adaptarse a las exigencias de esta nueva realidad.

Los curan habían advertido la semana pasada sobre las dificultades reales para cumplir en sus barrios las medidas de prevención, tanto para enfrentar el coronavirus como el dengue. «Son de imposible o muy difícil cumplimiento en barrios donde existe un fuerte déficit de agua potable y donde muchas personas viven en los pasillos, sin acceso a condiciones elementales», graficaron.

Una realidad en la que lavarse las manos con agua y jabón varias veces, usar alcohol en gel, limpiar las superficies de contacto y aislarse 14 días es una quimera.

una casa para alojar a personas de la calle. Serán atendidos por un voluntario de la parroquia. «Tratamos de reducir las posibilidades de contagio y los daños en casi todas las villas, con distintos dispositivos que se nos van ocurriendo», explicó el padre Pepe.

Fuente: La Nación

Tanto mi cuerpo como tu cuerpo, serán los mismos

Las cualidades de los cuerpos resucitados.

Serán los mismos cuerpos, aunque transfigurados, glorificados, inmortalizados, resucitados.

Por: Gustavo Daniel D´Acipe | Fuente: Catholic.net

Beautiful Beam of light and the clouds

A) Es el propio cuerpo
Los muertos resucitarán con el mismo cuerpo que tuvieron en la tierra (idéntica y numéricamente el mismo).

Tanto mi cuerpo como tu cuerpo, serán los mismos cuerpos, aunque transfigurados, glorificados, inmortalizados, resucitados.

El concilio de Letrán (1215) declara: “Todos ellos resucitarán con el propio cuerpo que ahora llevan” (Dz 429)

Referencias Bíblicas
La Sagrada Escritura da testimonio implícito de esa identidad material por la palabra que emplea: “despertarse”.

Solamente habrá verdadero despertamiento cuando el mismo cuerpo que muere y se descompone sea el que reviva de nuevo.

Citas:
a) 2Mac 7, 11: “De él [de Dios] espero yo volver a recibirlas [la lengua y las manos]”

b) 1 Cor 15, 53: “Porque es preciso que lo corruptible se revista de la incorrupción y que este ser mortal se revista de inmortalidad”.

c) Flp. 3, 21: “ Él [Jesucristo] transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.

d)Lc 24, 39, en la aparición de Jesús resucitado a los Apóstoles, Él les dice que no es un espíritu, pues posee carne y huesos, y les muestra sus manos y sus pies.

Los cuerpos resucitados estarán libres de deformidades, mutilaciones y achaques.

Estarán en su máxima perfección natural (plenitud del ser)

Con respecto a la edad: será una edad madura pero joven, como la de Cristo, aproximadamente 36 o 37 años ( 6 a. C . – 30 d. C).

Tendrán diferencias sexuales y órganos de la vida sensitiva, pero no se ejercerán las facultades biológicas y vegetativas, como comer, beber, procrear.

Cfr. Mt. 22,30 “En la resurrección todos serán cómo ángeles en el cielo”.

B) Cualidades del Cuerpo resucitado
Según el modelo de Jesús Resucitado que aparece en los Evangelios.
Cfr. Mt 28 ss., Mc 16, Lc 24, Jn 20 ss., Flp. 3, 21: Semejantes a Su cuerpo.

I. Impasibilidad es decir, la propiedad de que no sea accesible a ellos mal físico de ninguna clase, es decir, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Definiéndola con mayor precisión, es «la imposibilidad de sufrir y morir».
Ap. 21, 4 : “Él enjugará las lágrimas de sus ojos, y la muerte no existirá más, ni habrá duelo, ni gritos, ni trabajo, porque todo esto es ya pasado”.
Lc 20, 36: “Ya no pueden morir”.

La razón intrínseca de la impasibilidad se encuentra en el perfecto sometimiento del cuerpo al alma que es inmortal.

II. Sutilidad, sutileza o penetrabilidad:
Es la propiedad por la cual el cuerpo se hará semejante a los espíritus en cuanto podrá penetrar los cuerpos sin lesionarse ni lesionar, es decir, podrá atravesar otros cuerpos.

No se debe creer que por ello el cuerpo se transformará en sustancia espiritual o que la materia se enrarecerá hasta convertirse en un cuerpo “etéreo”.

Veamos ejemplos conforme al cuerpo resucitado de Cristo:

Jesús resucitado atravesó las sábanas (Jn 20, 5-7)

Salió del sepulcro sellado por la piedra (Mt 28,2).

(Un ángel movió la piedra, no para que Jesús saliera, sino para que las mujeres que fueron a visitar el sepulcro pudieran entrar allí y ver que el Señor ya no estaba).

Entra en el Cenáculo aún estando cerradas las puertas –atrancadas, dice el original griego- (Jn 20, 19.26).

La razón intrínseca de esta espiritualización la tenemos en el dominio completo del alma glorificada sobre el cuerpo ( en cuanto es la forma substancial del mismo).

III. Agilidad Es la capacidad del cuerpo para obedecer al espíritu en todos sus movimientos con suma facilidad y rapidez, es decir, en forma instantánea.

Esta propiedad se contrapone a la gravedad y peso de los cuerpos terrestres, de acuerdo a la ley de la gravitación.

El modelo de la agilidad lo tenemos en el cuerpo resucitado de Cristo, que se presentó de repente en medio de sus apóstoles y desapareció también repentinamente:

Lc 24, 31: “Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero Él había desaparecido de su vista”.

Lc 24, 34: “ Es verdad, ¡El Señor ha resucitado y se apareció a Simón!”

Lc 24, 36: “Todavía estaban hablando de esto cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo «La paz esté con ustedes”.

La razón intrínseca de la agilidad la hallamos en el total dominio que el alma glorificada ejerce sobre el cuerpo, en cuanto es el principio motor del mismo, por lo que este no le opone resistencia.

IV. Claridad es el estar libre de todo lo ignominioso y rebosar hermosura y esplendor.
Jesús nos dice: “Los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre” (Mt 13, 43)

Un modelo de claridad lo tenemos en la glorificación de Jesús en el monte Tabor (Mt 17, 2)

Y después de su resurrección (Cf. Hch. 9,3).

La razón intrínseca de la claridad la tenemos en el gran caudal de hermosura y resplandor que desde el alma se desborda sobre el cuerpo.

Es menester aclarar que el grado de claridad será distinto – como se nos dice en 1 Cor 15, 41, haciendo referencia a la condición de los cuerpos resucitados: “Cada cuerpo tiene su propio resplandor: uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor”- y estará proporcionado al grado de gloria con el que brille el alma; y la gloria dependerá de la cuantía de los merecimientos.

Ahora, ¿Cuándo sucederá esto?: En el fin del mundo, donde se realizará el Juicio Final, la Parusía o Nueva Venida de Cristo.

Recordemos que Jesús dejó incierto el momento en que verificaría su Segunda Venida: Al final de su discurso sobre la Parusía, declaró: “En cuanto a ese día o a esa hora, nadie la conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mc 13,32).

Finalmente, siguiendo las recomendaciones del apóstol Pablo: procuremos que nadie devuelva mal por mal. Por el contrario, esforcémonos por hacer siempre el bien entre nosotros y con todo el mundo. Estemos siempre alegres. Oremos sin cesar. Demos gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos nosotros, en Cristo Jesús (Cf. 1 Tes 5, 15-18).

Estemos preparados, vigilantes, en vela (despiertos, alertas), pues el Señor esta cerca:

¡Amen, ven Señor Jesús! (Ap. 22, 20)

Rezo mundial por los enfermos de coronavirus COVID 19

El Papa Francisco presidió este miércoles 25 de marzo desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano el rezo mundial del Padre Nuestro por los enfermos afectados por la epidemia de coronavirus COVID 19, sus familias y los trabajadores sanitarios y voluntarios que hacen frente a la crisis.

“Hoy nos hemos dado cita, todos los cristianos del mundo, para rezar juntos el Padre Nuestro, la oración que Jesús nos enseñó”, comenzó el Santo Padre.

Señaló que “como hijos confiados nos dirigimos al Padre. Lo hacemos todos los días, muchas veces al día; pero en este momento queremos implorar misericordia para la humanidad duramente probada por la pandemia de coronavirus. Y lo hacemos juntos, cristianos de toda Iglesia y Comunidad, de toda edad, lengua y nación”.

Por ellos, “rezamos por los enfermos y sus familias; por los trabajadores sanitarios y cuantos les ayudan; por las autoridades, las fuerzas del orden y los voluntarios; por los ministros de nuestra comunidad”.

“Hoy muchos de nosotros celebramos la Encarnación del Verbo en el seno de la Virgen María, cuando con su ‘He aquí’, humilde y total, se reflejó el ‘He aquí’ del Hijo de Dios. También nosotros nos confiamos con plena fe a las manos de Dios, y con un corazón y un alma sola rezamos” el Padre Nuestro.

El Papa había convocado a todos los cristianos de las diferentes confesiones a rezar juntos hoy el Padre Nuestro. La oración se retransmitió en directo desde Vatican Media y la señal fue repetida por diferentes medios de comunicación de todo el mundo.

Antes del rezo, el Papa había presidido la Audiencia General, al final de la cual pidió unir “nuestras voces de súplica al Señor en estos días de sufrimiento, mientras el mundo está siendo duramente probado por la epidemia”.

“Que el Padre, bueno y misericordioso, escuche la oración común de sus hijos que con confiada esperanza dirigen a su omnipotencia”, suplicó.

MAÑANA 25 DE MARZO todos a rezar por el fin de la pandemia

(zenit – 24 marzo 2020).- Mañana, 25 de marzo, todos los cristianos y personas de buena voluntad en el mundo tienen una cita con el Papa Francisco para rezar “todos juntos” el Padre Nuestro, un gesto con el que quiere universalizar la oración para implorar el fin de la pandemia del coronavirus.

En la Solemnidad de la Anunciación, Francisco pronunciará esta oración a las 12 horas, después de celebrar la audiencia general desde la Biblioteca Apostólica, a puerta cerrada, como ha hecho estas dos últimas semanas con el fin de evitar la concentración de personas en la plaza de San Pedro.

“En estos días en los que la humanidad tiembla con la amenaza de la pandemia, me gustaría proponer a todos los cristianos que unan sus voces“, dijo el Papa el domingo pasado, 22 de marzo, al término de rezar el Ángelus, momento en que convocó para esta iniciativa.

Países como España, Chile, Nicaragua, México, a través de sus conferencias episcopales, se han unido a la invitación del Pontífice: “Invito a todos los jefes de las Iglesias y a los líderes de todas las comunidades cristianas, con todos los cristianos de las diversas denominaciones, a invocar al Dios Altísimo y Todopoderoso, mientras recitamos al mismo tiempo la oración que Jesús Nuestro Señor nos ha enseñado”.

CORONAVIRUS: cuatro infectados en el Vaticano

(zenit – 24 marzo 2020).- El Estado del Vaticano cuenta ya con cuatro casos positivos de coronavirus, ha anunciado este martes, 24 de marzo de 2020, a primera hora de la tarde, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.

Además del primero caso del que se ya se informó en su momento, se suman tres personas más: “Es un empleado de la Oficina de Carga y dos empleados de los Museos Vaticanos”, señala Bruni.

Así, el portavoz de la Santa Sede, respondiendo a las preguntas de algunos periodistas, ha asegurado que “las cuatro personas fueron aisladas como medida de precaución antes de que dieran positivo y su aislamiento ha durado ya más de 14 días; actualmente están siendo tratadas en hospitales italianos o en su casa”. Comunicado de Matteo Bruni